martes, 25 de septiembre de 2012

Presentaciones Septiembre


Alción Editora y Documenta/Escénicas
tienen el agrado de invitar Ud./s  a la presentación del libro


Hebras




de

María Mercedes Vendramini



el día 27 de setiembre a las 19 hs.

Comenta: Marcela Rosales

Lectura: Laura García del Castaño

Músicos:
Roxana Ledesma, Edgardo Contizanetti y Franco Di Martino




Documenta/Escénicas 
Lima 364

Córdoba

martes, 11 de septiembre de 2012

3 textos sobre" La discordancia del psicoanálisis y su transmisión" de Rosa López


LA DISCORDANCIA DEL PSICOANÁLISIS Y SU TRANSMISIÓN
24-08-12

Hoy los convocamos como comensales. La edición de un libro, de este libro, tiene algo de los cuidados con que se prepara una comida cuando se la quiere compartir con otros con el placer de saborearla. Esperamos que vuestra lectura los anime a realizar una nueva preparación, sazonada con su propia lectura y su propia letra. La comida ha sido preparada con mucha dedicación y con muchas ganas por todos los que hemos intervenido en su elaboración. Juan Maldonado ha cuidado todos los detalles para que disfrutemos de la misma. Ha puesto los mejores ingredientes de entusiasmo y afecto para que la cocción se haga lentamente para que se pueda paladear. Alicia Lerner y Pilar Ordoñez han puesto lo mejor de su arte culinario para que el aroma que se desprenda los invite a degustarlo. Edgardo Contizanetti pone música para degustar con mayor placer nuestro plato. Y por supuesto también hubo convocantes al convite indispensable para que hoy estemos acá: ïbero y Antonio de El Espejo Libros, la gente de Edupsi, Carlos Bruck de Proyecto al Sur, todos mis compañeros de Casandra que han cuidado que la comida salga a punto, en fin y están ustedes que han recibido y aceptado nuestra invitación y están sentados hoy a la mesa.
Les puedo contar algunas cosas, de esta autora sospechosa, como decía Masotta: cordobesa, que incursionó alguna vez en el teatro, la danza, la música y que lo metió todo en su valijita para que en algún momento se mezclaran como los olores y colores en su camino en el psicoanálisis. Les puedo contar la vía particular que seguí desde que me introduje al psicoanálisis, o sea desde hace 40 años. Comencé leyendo Freud y Lacan, pero también un libro que nos introducía a ambos junto a Melanie Klein que se llamó Bases para una Psicopatología Psicoanalítica de Jaime Szpilka en su edición flamante por entonces de 1973, prologado por el recientemente desaparecido Roberto Harari, que a su vez hizo la presentación de mi primer libro en Buenos Aires.
Szpilka, psicoanalista argentino, fue miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina y su presidente en la década del 70 hasta que emigra a España y es miembro de la Asociación Psicoanalítica de Madrid. Su libro me permitió comenzar a inmiscuirme en esto. Las cosas se entraman caprichosamente a veces.
A diferencia de las jóvenes camadas de psicólogos, nosotros hemos leído a psicoanalistas argentinos en nuestra formación universitaria, seguramente porque nuestros profesores se formaron también con ellos: Pichon Riviére, Liberman, Arminda Aberasturi.
José Rafael Paz y su libro Psicopatología fue el que la cátedra del mismo nombre indicó como bibliografía. David Liberman lo prologa. Responsables ambos de la cátedra de Psicopatología en la UBA. Lo que Liberman y Paz intentaban hacer desde su cátedra era cuestionador de viejas estructuras. Ambos miembros de la APA. Rafael Paz dice en su prólogo:
“Líneas múltiples de filiación conceptual, modas de ideas que caducan vertiginosamente, alta valoración de eclecticismo, necesidad compulsiva de originalidad, hechos todos explicables por el peculiar clima ideológico que nos impregna y por la crisis, potencialmente fecunda, de las certezas importadas, dan lugar a un monto considerable de información arduamente digerible.
De ahí que mi intento, para contribuir a clarificar las cosas, haya consistido en buscar las líneas fuertes del pensamiento psicoanalítico y, desde ellas, explorar aquello que nuestra cultura nos da como su malestar para que lo modifiquemos[1]”.
 Más adelante reconoce al Dr. Mauricio Goldemberg quien le enseño todo lo que sabe sobre Clínica Psiquiátrica. Todos formaron parte de la Federación Argentina de Psiquiatras que condujo en los finales de los 60 y comienzo de los 70 Emilio Rodrigué. Goldemberg es el que prologa el libro de este último Biografía de una comunidad terapéutica en 1964 y es el que crea el famoso equipo de Psicopatología del Hospital Lanús y la nueva F.A.P. Fue la constelación que rodeó a Rodrigué en su vuelta al país en 1962. Una constelación que comienza a cuestionarse lo recibido. Debo decir que Raúl Schiarretta nos acompañó también en nuestros primeros pasos lacanianos. Pero fue alguien que nutrió tanto a lacanianos con Oscar Massotta a la cabeza como al grupo que se desprendió de la IPA y la APA como Plataforma.
Todo esto tiene que ver con el libro que hoy publicamos, con los interrogantes que mi paso por las instituciones me abrieron hacia un camino de constantes búsquedas.
Germán García, a sabiendas o no, hizo el puente que une mi libro anterior El estilo en la transmisión del psicoanálisis con este. Convoca para su prólogo a German Grève, Gomez Nerea, Jorge Thenon, Pizarro Crespo, todos ellos, mis acompañantes junto a Pichon Rivière, acompañantes de Pichon Rivière en ese texto, que nos permitió seguir las pistas de ese primerísimo momento de la psiquiatría y el psicoanálisis en Argentina siguiendo las huellas de la transmisión del psicoanálisis.
Les invito a transitar el puente que fui franqueando a través la experiencia que viví en los dos seminarios que di en la elp. Un puente que comenzó con un seminario cuyo título fue transmisión en la locura. y cuya propia invitación decía:

“Un camino señalizado: transmisión, transferencia psicótica y  trabajo de investigación - que en su trayecto trebólico describe sinuosidades, iluminado ostensivamente por aquí y por allá por la creación artística - es la propuesta de trabajo, con una advertencia similar a la de Lautreamont en Los cantos de Maldoror: dirige tus pasos hacia atrás, no sigas, si lo haces debes saber que formarás parte del texto que se escriba.
Por lo tanto esto no es más que una invitación a trabajar en torno de la locura, con el trabajo de la locura, que no tiene ni antes ni después ni regionalidad”.

El punto de partida fue ese y el puente que nos lleva hasta este libro lo hice adentrándome en el camino de locura que la transmisión del psicoanálisis me indicaba.
Como el tiempo, decía en esa invitación del año 1996, no tiene antes, ni después, no hay linealidad, resulta que este libro ve la luz luego de 8 años de haber sido escrito y luego de haber seguido ese camino sinuoso que venía recorriendo a mi paso.
Cuando comencé trataba de pesquisar la cuestión del estilo en la transmisión del psicoanálisis y me encontré con los testimonios de los que habían participado de una experiencia particular en torno a Pichon Rivière, su trabajo con la locura y su relación al Conde de Lautréamont. Emilio Rodrigué estaba entre ellos. No hice hincapié en los escritos de Pichon sino en los efectos de una transmisión. Un estilo que conlleva el psicoanálisis y que marca y denuncia las transmisiones obturantes de la creatividad y la libertad necesarias para no convertir el psicoanálisis en una técnica sino en un arte.
Como corolario del 2º seminario y último que di en la elp que se llamó El estilo y la transmisión del psicoanálisis, junto con dos asistentes a ese seminario que además habían sido compañeros de ruta y de infortunios en un Hospital General de la ciudad de Córdoba, retomé una idea, ya surgida en ese mismo ámbito con otros amigos, de una casa que diera acogida a la locura: Luego de varias reuniones, poniendo a punto el proyecto surgió un nombre para esa casa: Casandra. Desde allí, otros me acompañaron en estas búsquedas y comenzamos a dar esa acogida y a investigar en ese campo, los escritos de quienes dentro y fuera del psicoanálisis se permitieron trabajar allí.
Y también hicimos público algunas de nuestras inmersiones en él. Así apareció de la mano de Pichon, Emilio Rodrigué. Alguien como Rodrigué que puede decir que la cura es la suma de los pocos momentos felices de un psicoanálisis. O que las interpretaciones analíticas están tejidas de la misma manera que los sueños. Es alguien que se dio la libertad, después de toda la teoría psicoanalítica que bebió, de las distintas experiencias que se permitió realizar, se dio la libertad de sostener con su práctica y su estilo de transmisión, la creatividad, la impronta, el chiste, la ironía de los que hace uso el psicoanálisis.
De la mano de Rodrigué, o de sus compinches de la Casona, da lo mismo, nos encontramos con Fernando Pessoa y nos dejamos enseñar por él.
 Rodrigué nos llevó a Bahía donde se está por editar un libro que tiene que ver con la transmisión del psicoanálisis desde una experiencia, la de ellos y de otra experiencia que a través del Coloquio nos aunó, la nuestra que era la de una lectura implicada e implicándose, hecha trama con la experiencia Casandra. Cuando digo nosotros digo todos los que de una u otra forma formamos parte de Casandra los que tomamos la palabra en nuestros encuentros, jornadas, seminarios como los que siguen con su lectura atenta, sus interrogantes, sus cuestionamientos. Y los que día a día nos cuestionan con su experiencia de vida nuestros derroteros.
En este camino entramado y sinuoso, como lo hizo Pichon Rivière, Emilio Rodrigué nos ha acompañado a los casandrinos y aún nos acompaña desde hace más de dos años. Me acompañó también en el primer libro y en el seminario del 2002 y por supuesto no podía faltar en este nuevo libro que hoy sale a la luz, como un particular cronista de acontecimientos vividos dentro y fuera de la APA. Él no sabía, ni yo tampoco que después nos ocuparíamos muy particularmente de su modo de transmisión, de su periplo enorme hasta recalar de nuevo en el psicoanálisis, a su manera y con esa traza hacer en sus últimos días una biografía insólita de Freud.
En este nuevo libro los invito a adentrarnos en la cocina de las instituciones a través de lo que dejan ver sus propias publicaciones, las de los que quedan al margen y desde ese margen hablan. Nos ocupamos sobre todo de lo que ocurrió y ocurre en Argentina, que es parte de nuestro propio paso por las instituciones y nuestro propio paso en el psicoanálisis.
Voy a servirme de este acompañante, Emilio Rodrigué, para dejarlos con su propia lectura, cuando dice:
“El psicoanálisis ha envejecido. En su respetabilidad perdió algo importante: perdió el espíritu, la meta, hasta la exageración revolucionarios. Una vez los tuvo. (...) el psicoanálisis, en las últimas décadas entró en una “lamentable expansión”, una precipitada caída de la soledad teórica al lugar común.
No existe el envejecimiento natural de las teorías. Las ideas no mueren de muerte natural: son asesinadas por nuevas ideas o cometen suicidio. (Una) filiación no sirve para el estudio crítico de lo que pasa dentro de un sistema de conceptos vigentes. Por eso no creo en el ocaso natural de los principios que una vez fueron generativos; hay que indagar los factores específicos de inhibición, las contradicciones incompatibles y los elementos refractarios dentro de la teoría psicoanalítica. Encaro, entonces, el envejecimiento del psicoanálisis como un síntoma a desenmascarar[2].

                                                                         Rosa Lopez



[1] Paz J. R. Psicopatología 1971 Ed. Galerna pp.11
[2]Rodrigué E. Biografía de una comunidad terapéutica EUDEBA 1965 pp. 39






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Córdoba 24-08-12
“La discordancia del psicoanálisis y su transmisión”

        “La definición del analista no es un ideal, incluye
la historia misma del psicoanálisis y de lo que se ha
llamado psicoanalista en distintos contextos de discurso”
Eric Laurent




Fui invitada muy respetuosamente a presentar este libro que se llama “La discordancia del psicoanálisis y su transmisión” por su autora y por su editor Juan Maldonado.

Debo decir que la autora me fue presentada sólo por su escritura y algún contacto telefónico, a través del cual combinamos la cita que esta noche nos reúne. Más allá de los datos de público conocimiento – que figuran en las contratapas, solapas, en las mismas páginas de sus libros- no tenía de ella otro dato personal. Comento esto para introducir la dificultad que engendra el género de la presentación. Es extraño el funcionamiento de la presentación: es más lo que deja afuera que lo que presentifica efectivamente. Presentar un libro, a partir de unas notas de lectura, en este caso las mías, es más bien despresentarlo. Infinitas cosas que figuran en sus páginas permanecerán ausentes a fuerza de mi silencio. Es decir que, al presentar una lectura de este libro, voy a despresentar otras posibles lecturas que seguramente quedarán a cargo de quienes recojan esta noche, en sus manos, y de aquí en más, un ejemplar. A pesar de lo incompleto que resulta, los libros se presentan. No alcanza sólo con la aparición del objeto libro, para que advenga a la presencia hace falta que lo prediquemos.

Diré en principio que este texto toma la forma de un ensayo: ya que sin descuidar la información, y la rigurosidad de la cita, introduce un margen de libertad para el pensamiento crítico. Esto se evidencia en varios de sus procedimientos. Remarcaré tres: collage en lugar de cronología, archivo en lugar de fetichismo de la fuente y escritura musical en lugar de cita de autoridad.

Este ensayo se propone “ver qué instituciones han creado los psicoanalistas para reunirse, qué acontecimientos las han marcado, -y principalmente- qué relación tienen con la práctica que se proponen y con lo que enseñan”.

La autora recorre las instituciones que tomaron forma en la Argentina para transmitir el psicoanálisis. Distingue principalmente los momentos de estallido, fragmentación y aquellos movimientos de disolución de instituciones como la APA, la école lacanienne de psichanalyse, la AMP, la EFBA, la de la Argentina… Pero le interesa situar las discontinuidades, le interesa reabrir los casos que se consideran cerrados y también ubicar las falsas salidas de aquellos que rompieron para volver a fundar sin novedad.

Para situarlas procede al modo del collage dadaísta: rompe la ilusoria relación de la parte con el todo. Y cuenta una historia que desbarata toda cronología lineal. Dirá Germán García en el prólogo que la autora procede por “conjunción, contraste” y si se quiere, agrego, montaje. Procede como aquella figura que describiera Walter Benjamin: como el historiador trapero. Rosa López es un historiador trapero que descompone toda idea de progreso, de continum, de evolución. Toma sólo los fragmentos que encuentra dispersos y los datos que las hagiografías oficialistas desechan. En este sentido, el lector encontrará un capítulo que se titula: La impronta cordobesa. Un capítulo que permite “reordenar las contingencias pasadas dándoles el sentido de las necesidades por venir” (J.Lacan, Escritos 1, p 246). En él repasa los mitos fundacionales del lacanismo en nuestra ciudad. Lo que ella llama las vías de entrada del psicoanálisis a la trama cultural y académica de Córdoba. Recomiendo este capítulo, su lectura crítica, sobre todo a quienes desean introducirse en este campo de formación. Conocer el disparate que disgrega en el origen es el mejor antídoto para no ser presas fáciles de las operaciones de prestigio.     

El otro procedimiento que me interesa rescatar es el del archivo. Boris Groys es quien introduce la idea de que “el archivo no es otra cosa que un contexto específico de comparación”. Es decir que el archivo es aquello que proporciona una estabilidad semántica, a partir del cual, y por contraste, se puede concluir sobre las rupturas y novedades que se producen en el seno de una comunidad. Para contar las historias es necesario valerse de algunos documentos que ciertos investigadores guardan celosamente. Si la historia es muy antigua, los documentos escasean y el arte del historiador radica en el hallazgo de una rareza excepcional. Por el contario, cuando se va a contar una historia tan reciente, como en este caso, los documentos abunda, a veces aturden. El arte, entonces, es el de seleccionar y escoger críticamente aquellos que permitan ubicar los acontecimientos. En varios capítulos encontré frases de Rosa diciendo algo así: “tengo en mis manos tales revistas” y se las pasa, generosamente al lector, con minuciosos pie de página, para que el interesado pueda hacer también su lectura si lo desea.

Pero, como sostiene Hayden White, los datos del archivo pertenecen a la historia del archivo, a una historia muerta, momificada; hace falta una lectura, una interpretación, para que esos datos puedan contribuir a la vida de una comunidad de lectores. Y la autora de este ensayo encuentra una manera muy singular de leer y hacer escuchar su lectura. Observará el lector que las citas que Rosa fue seleccionando de los documentos están subrayadas por ella. Con ese subrayado que realiza les va dando una entonación que, al modo de la interpretación psicoanalítica, apunta a la enunciación de sus personajes. Quiero decir que la lectura musical que realiza de esos fragmentos es muy sensible a las ironías, las humoradas, las herejías y porqué no a las canalladas que se pueden encontrar en estas formas instituidas que los psicoanalistas tramaron y todavía…  

Predicaré con otra palabra más a este libro: ya dije que es un “ensayo” y agrego “psicoanalítico”. Este es un problema que el mismo libro trabaja. ¿Cómo decidir que una publicación al menos no contradice en su materialidad la naturaleza del acto analítico? No es sencillo. Se desliza fácilmente de la reducción de sentido a la censura; de la circulación de los productos a la glorificación de los nombres propios. Pues bien, agrego que este ensayo es psicoanalítico ya que apuesta a aislar las identificaciones de los grupos y aventura una respuesta en singular.

La autora va a señalar las discordancias que encontramos cada vez que, como diría Barthes, intentamos “vivir juntos”. Me refiero a las formas instituidas que pretenden reducir el psicoanálisis a una pedagogía normalizadora y se apegan a las legitimaciones del discurso médico; a las formas que intentan hacerlo equivalente a otra pedagogía, a la pedagogía normativa y así se someten al aburrimiento de la academia. A las formas instituidas que subsumen el grado a la jerarquía, rebajan la parodia a la mímica y someten el nombre propio al significante amo, sin ningún equívoco.

¿Pero habrá una comunidad lo suficientemente irónica como para sostener el torbellino que la disuelva sin dedicarse a administrar los sentidos que produce? ¿Podría el psicoanálisis sobrevivir, en la cultura, sin instituciones? ¿Podrá sobrevivir a ellas?

¿Existe esa comunidad? ¿Podría existir una comunidad de singularidades sin ninguna nostalgia y sin ninguna esperanza? El texto, principalmente en su último capítulo, ensaya una respuesta.

Ensaya una solución perturbada… propone un lazo asociativo que reservo a la lectura de cada quien… En el último capítulo, en este capítulo impar, tal como los presos que introduce Lacan en un célebre aserto, cada quien sabrá el color del disco que tiene en su espalda, o en su cabeza y encontrará la salida, no sin antes brindar por este breve e iluminador encuentro.


                                                                             Pilar Ordóñez
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La discordancia del psicoanálisis y su transmisión. De Rosa López


Este no es el primer libro de Rosa Lopez. [1] Tampoco es el primero que yo presento. En el 2000, fue editado El estilo en la transmisión del psicoanálisis con la a misma sensibilidad de entonces, Rosa da lugar a lo excluido por discordante en cierta transmisión institucional. Restos, deshechos, críticas, producciones desestimadas o rechazadas encuentran en estas páginas su lugar y su posibilidad de transmisión.


Por mi parte pienso que un libro es mucho más que su contenido... el libro es el lazo que sostiene con su público, las críticas que origina, los debates y trabajos que motiva... un libro es también los efectos que provoca en el lector... los debates que instala en la sociedad...

El que hoy llega a nosotros, tuvo un largo camino de gestación. Les voy a contar su historia. Hunde sus raíces en el libro anterior . Nació como el Seminario-taller "el estilo y la transmisión del psicoanálisis" desplegado en el marco de la ecole lacanienne de psychanalyse entre junio y diciembre del año 2002.


Fíjense! El título ya no era el mismo que el del libro que lo antecedió. En reemplazo del “en” aparece la ”y” que articula y diferencia dos campos , invitando a problematizar su relación. Lo mismo sucede con esta “discordancia del psicoanálisis y su transmisión” Título que multiplica los equívocos y las posibilidades de lectura. Habla de un psicoanálisis que entra en discordancia con su transmisión? del psicoanálisis discordante y su transmisión? De una transmisión que entra en discordancia con la discordancia del psicoanálisis? De todas estas discordancias jugando juntas? Lo vemos….hay muchas cuerdas que tocar.


En la primera página hay una nota aclaratoria, de importancia insoslayable para orientar la lectura. La investigación se realizó hasta el año 2004. Los datos y citas toman en cuenta ese momento. Luego Michel Sauval lo publicó como clases en Edupsi, en una primera versión, digital.

Verán que el tiempo transcurrido no quita actualidad a la problematización que Rosa abre.

Yo asistí al Seminario taller .En la última reunión Rosa organizó un montaje. Este libro plasma y transmite lo que ahí sucedió.

Entramos juntos a la sala, donde nos recibió la voz de un grabador. La sillas estaban ya dispuestas alrededor de un fuego. Había una olla en la que los ingredientes de la transmisión del psicoanálisis ,en ese caso, papelitos con las citas y textos que habían armado el seminario, ya estaban a medio cocer esperando nuestra intervención. A un costado un panel- collage, donde estaban escritas, entremezcladas, las palabras transmisión, estilo, parodia, dis-solución. Imágenes de Oscar Masotta y sus happenings, de Jorge Bonino, el telegrama de disolución de la Escuela Freudiana de Buenos Aires y la fundación de la Escuela freudiana de la Argentina, las letras de las canciones del homenaje al hospital Lanús, etc.

Rosa tomó la palabra y luego, uno a uno, sacamos de la olla un recorte, lo sazonamos con nuestra propia voz y con esa intervención contribuimos a continuar la cocción.

Nada de recetas magistrales, nada de consejos incuestionables. Cada uno pudo meter la cuchara e incluirse entre los implicados en la transmisión. También se grabaron nuestros aportes. Nuestras voces se volvieron parte del texto

El dispositivo de la olla, que Rosa propuso para el trabajo permitió un ir y venir en el tiempo, un contrapunto de voces y posiciones que se combinaron y actualizaron sin perder el anclaje de referencia, en el que fueron producidas: tiempo, espacio, idioma, asociación, editorial, etc

Freud, Lacan, Rodrigué, Masotta, Ulloa, German García ,Miller, Abadi, Pichon Riviere, Gregorio Berman, Paulino Moscovich...Nombres, publicaciones, disensos y consensos puestos en continuidad, en oposición, en cuestión, que nos incitaban a tomar posición y revisar su efecto en el aquí y ahora de esa marmita, que hoy es el allí y entonces, que nos convoca, en un nuevo hic et nunc. Trenza de voces, de declaraciones, que Rosa registró y sigue haciendo resonar para nosotros. Un saber que se construye, que circula, que empuja y moviliza. Un saber psicoanalítico en transmisión. Un dispositivo propuesto para prestarle el cuerpo y la voz a palabras, a actos que marcaron el movimiento psicoanalítico, para poner en juego un movimiento subjetivo en relación nuestra práctica

Cada capítulo se despliega a partir de esas voces y motiva una investigación. Rosa sigue el hilo, muchas veces heterogéneo, discontinuo y múltiple de la conflictiva construcción del psicoanálisis, de sus lazos comunitarios y/o institucionales. Lo sigue de transferencia en transferencia, de jornada en jornada, de acta en acta y de acto en acto, de fundación a disolución, o a dis-solución,(así con guión y 2 eses, como propone Fernando Ulloa, una mala solución, que merece no ser rápidamente borrada) , retomo…a nueva fundación... La propuesta es examinarlas como inherentes al acto analítico

De capítulo en capítulo, se van desnudando las crisis y rupturas que puntúan y marcan el ritmo de la transmisión : nos muestra como el Santuario de la Sociedad Analítica se resquebrajó. Cómo sacada del contexto de la APA la formación se desprendió del discurso médico e higienista de la época. Y se entretejió con la cultura y el arte , haciendo trama intersticial . Cómo se coló en hospitales e instituciones. Como abandonó los asépticos consultorios y salió a la calle y empapado en otras disciplinas innovó el campo de la salud mental.

Los títulos de los capítulos son decidores. Transcribo algunos;

AMP: ¿parodiar la APA o copiarla? EFBA un disenso constitucional, con su subcapítulo, escisión y fundación de la EFde la Argentina. Otro: La impronta cordobesa. APC y EFC en contracanto. Otro ¿reanudación o parodia?

Índice que inscribe una cartografía, las huellas del movimiento. Recordemos que movimiento es la palabra que eligió Freud.

Rosa avanza de artículo en artículo, de malentendido a así entendido. Revisando identificaciones, mandatos, influencias, herencias, disidencias y rupturas. Subraya, puntúa, interroga y abre. Cuestiona y empuja, compromete e inquieta. Devela. Acicatea.

Este no es un libro fácil ni tranquilizador. Incluso me he preguntado si no está tramado con la fibra misma del discurso analítico; Lo sabemos: Los discursos hacen lazo social.

Los recortes, las frases elegidas para poner en la marmita, las voces que las pusieron en acto, despertándolas de su letargo, resuman una mirada, una propuesta de un psicoanálisis siempre en revisión, siempre puesto en cuestión, desamparado y desnudo de normas y mandatos institucionales, de técnicas preconcebidas, siempre listo a disolver sus dispositivos, cuando cumplieron su cometido, antes de cristalizarse en armadas estructuras para crear otras acordes al nuevo desafío, a la manera del cartel. Un psicoanálisis funcionando en una comunidad permeable y atenta a la enseñanza de locos, artistas y también psicoanalistas. Tarea puntual. Lazo efímero. El acto psicoanalítico es disolvente.

Me pregunto, por qué una rica trama de investigación y trabajo, tejida en la tensión de un diálogo con el público, expuesto en comunicaciones y coloquios, por qué un texto fabricado como producción de escuela, encontró tantos tropiezos, demoras y desencuentros editoriales, que hoy es publicado fuera de ella?

Para interrogar qué transmisión pone en juego un psicoanálisis, la relación con la enseñanza y el autorizarse como analista, Rosa abre el libro con una pregunta, puntual: ¿de que modo se intrincan psicoanálisis en intención y psicoanálisis en extensión, según la manera que se dio Lacan de nombrarlo en la Proposición del 9 de Octubre del 67? Y anticipa que para responderla se propone problematizar las condiciones que dieron acogida al discurso de Lacan en la Argentina, las prácticas con las que estuvo relacionado, las circunstancias y los efectos cruzados que tuvieron con la práctica del psicoanálisis oficial y su institución, la APA, con las que estaban creciendo fuera de ella.

Su lectura de los documentos y publicaciones oficiales tensa las cuerdas de las discordias del psicoanálisis y su transmisión. Las tensa para desnudar las crisis necesarias, para darles lugar, para rescatar el carácter disolvente del acto psicoanalítico, para posibilitar la disparidad de criterios y que la producción no quede encorsetada por lo instituido institucional

Les voy a confesar lo difícil que me resultó escribir algo para presentarles esta “discordancia”, porque justamente la discordancia , se me borraba en cada frase con que intentaba presentarla.. Y quiero contarlo casi como una indicación de lectura. Esto que hoy leo es una segunda versión. La primera quedó archivada, tal vez para siempre en la memoria de mi PC. Es que en ella me deslizaba fácilmente de escuela en escuela, de escrito en escrito, de diferencia en diferencia y parecía estar presentando un libro de Historia del Psicoanálisis. Yo sostengo que no lo es. Además al releerlo advertí que le había quitado filo a la producción de Rosa.

Dice Germán García en el prólogo “no hay historia del acto analítico, sino historia de los modos de organización de los aspirantes a ocupar el lugar del analista” Esta historia, sigue García, la de los practicantes, es la que no cesa de escribirse. En una prisa por decir “soy psicoanalista” o “nosotros... los analistas”, se precipitan identificaciones, imitaciones, hábitos...malos hábitos. De eso dice él, los practicantes hacen su historia. El libro funciona como una cuña que rompe el lazo natural, introduce una discordancia, entre la “formación” y el “ser analista”.

Rosa advierte ¿Cómo hacer una historia del psicoanálisis? ¿ se puede hacerla sin una transversalidad que marque esa historia, oficial, oficiosa, con una revisión crítica? y sabe que de hecho eso implica cuestionar toda la doctrina analítica.

Tomémos entonces esto por el lado del cuestionamiento

Cada conflicto revisado desgrana su perlitas y el libro deja abiertas una cascada de preguntas: qué lleva a un grupo de analistas a fundar una escuela y sostenerla en el tiempo? Cómo reglamentar su práctica, de qué legalidad se trata? Qué pasa cuando el didacta mantiene su calidad de enseñante? El didáctico pedagógico, puede sostener a priori desde el analista lo que es bueno, para todo paciente? Qué efecto tiene en relación al método? cómo se plantean la enseñanza y la transmisión en las publicaciones? Hay disparidad allí?

Y reflexionando sobre la historia, comenta que en otros países era impensable la formación fuera de la Internacional. Acá hubo muchos caminos, algunos encabalgados en proyectos hospitalarios. La APA., dejó que sus mejores hombres trabajaran en Hospitales, el Lanús, por ejemplo, fueron formaciones paralelas? Con el mismo espíritu? Cómo no tomarlas en cuenta se pregunta Rosa y deja abierta otra vez la cuestión de autorizarse como analista.

Los cordobeses nos encontraremos fuertemente concernidos en este libro, pues el hilo sigue de cerca las huellas de nuestra historia.

El recorrido de su investigación nos lleva por paisajes muy familiares, que seguramente conmoverán a algunos. Los grupos de estudio y supervisión, el equipo del Clínicas, la recién nacida Escuela de Psicología , donde desplegaron su tarea docente, Braunstein, Pasternac, Moscovich, entre otros Ahí nuestro primer contacto con un Lacan filtrado, deformado por Althousser , Pontalis y algunos resúmenes que intentaban una traducción simplificada

Nos convoca a recordar la creación del Ateneo Psicoanalítico de Córdoba, y la Escuela Freudiana de Córdoba y sus controversias plasmadas en sus revistas oficiales. Indaga en las actividades que desde 1985, realizó la Ecole Lacanienne de Psychanalyse, y también en el trabajo desplegado desde la EOL

Su mirada atenta abre interrogantes sobre las políticas editoriales. Cómo , quién y con que criterios se selecciona lo publicable? Por qué sale cada publicación de escuela? Qué la produce? Y los libros? Qué carácter debe tener lo publicado para que no atente contra el movimiento mismo necesario? Qué de lo presentado en una jornada , un coloquio accede al público lector? Y qué no? ? Por ejemplo ; Pichon Riviere, que tanto aportó en sus años apianos...qué pasó que su letra no fue recogida en una publicación?

Como en todo libro, hay una última página. Pero en este caso, al modo de un corte de sesión, el punto final. se transforma en puntos suspensivos. El libro termina, lo sabemos desde su inicio, en el año 2004. Mucha agua circuló bajo nuestros puentes desde entonces y obligó a construir otros.

Yo voy a contarles como para la autora y algunos otros, siguió la búsqueda de esos lazos comunitarios afines al psicoanálisis.

Al libro lo presentan Alción y Casandra, porque Casandra es parte de esa respuesta.

Para los que no lo saben, Casandra es una casa de puertas abiertas a para acoger la locura; es una lucha inclusiva en todos los frentes; es un lugar de encuentro y trabajo, de asistencia, capacitación e investigación; es una policromía de abordajes, de miradas interdisciplinarias, artísticas, creativas, un entramado de subjetividades que funciona como alternativa a la internación psiquiátrica

Entre las actividades que se despliegan, se realizan seminarios y jornadas, grupos de estudio y talleres de formación, siempre en relación al arte, a la locura y al psicoanálisis y a los lazos comunitarios que vuelven permeable la construcción de este rico entretejido subjetivo.

Rosa aporta su granito de arena.

Ella busca en cada caso rescatar las cuestiones de escuela que promueven la circulación del discurso analítico y los dispositivos que lo posibilitan. (cartel, pase, etc)

Dice en las últimas frases del libro: a pesar del buen intento de Lacan en torno al pase, que si sería dis-solucionador, se termina finalmente entronizando maestros. No ha habido hasta ahora una solución perturbadora de lo identitario estatuido .

Aporta un granito de arena, si, pero es un granito de arena que traba el engranaje de una aceitada transmisión, garantizada por un andamiaje de saberes , de poderes institucionalmente avalados .Granito que rompe fuertemente la suposición de un lazo natural , entre la “ formación” y “el ser analista”, y obliga a revisar el modo en que se ocupa ese lugar.

Qué comunidad , conviene al psicoanálisis, que no haga objeción a su método? Que le sea afín? Que escape a los dogmas y siga el camino a la manera del arte? Se pregunta Rosa una y otra vez desde estas páginas.

Para contestarle yo extraigo de la marmita una última cita. Es de Lacan. De Sobre la experiencia del pase

Nunca hablé de formación analítica, hablé de formaciones del inconsciente. No hay formación analítica.

Sé que la comunidad Casandra es una de las muchísimas posibles respuestas. Lo se porque formo parte de ella. Una comunidad donde se intenta sostener un entretejido hilado con la fibra de la poesía o el sueño, una trama que acoge las formaciones del inconsciente y posibilita una práctica guiada por esas balizas.


Alicia Lerner 

Agosto de 2012 
























[1] Tampoco es el último. Próximamente aparecerá La comunidad heterogénea y el psicoanálisis. Premio Lucien Freud. De Proyecto al sur